Por Alicia Herrera
Jefe de Inspección Corporativa en Telefónica, CIA, CRMA y ACFE.
» Se está generando un debate sobre las siglas ESG, que abre el riesgo a distraernos del camino andado y que nos queda por andar. Alicia Herrera (Inspectora de Telefónica) analiza ese debate y echa la vista atrás.»
Los seres humanos tendemos a poner nombre a todo con lo que nos topamos y es que nombrar algo nos ayuda a identificarlo, a poder hablar de ello e, incluso, a apropiárnoslo.
Hemos sido testigos de movimientos económicos, sociológicos y acontecimientos de diferente índole que han incrementado tanto nuestra incertidumbre ante el futuro, como nuestro grado de concienciación, especialmente en lo relativo a los derechos humanos, el medio ambiente, el trabajo o sobre el cómo se gestionan y/o financian las empresas.
En publicaciones y foros, desde mediados del siglo pasado, han ido apareciendo conceptos que hacen referencia a esas inquietudes, tales como como Responsabilidad Social Corporativa (RSC), Responsabilidad Social Empresarial (RSE), Sustentabilidad, Sostenibilidad o ESG. Hagamos un breve repaso de su evolución para tratar de entender su significado y alcance.
El Origen
Hay diferentes teorías sobre el origen, pero todas ellas ubican el nacimiento de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC)1 en Estados Unidos, como un término próximo a las diferentes teorías de gestión empresarial que se manejaban allí en los años 50 y 60. En ese período se impulsaron los primeros mecanismos tributarios para incentivar acciones de caridad de las empresas para ayudar a los sectores de la sociedad con grandes necesidades.
El origen de la RSC como concepto se atribuye al economista estadounidense Howard Bowen, quien en 1953 identificó el término “Social Responsibility of a Businessman” con la responsabilidad social de un empresario individual, no de una sociedad; era el empresario el responsable de tomar decisiones en su empresa según los objetivos y valores de la sociedad.
Milton Friedman, Premio Nobel de Economía, argumentó en 1962 que la responsabilidad social de las empresas era la de usar los recursos disponibles para incrementar los beneficios dentro de las reglas del juego en un mercado abierto y competitivo. Y popularizó esta idea en un artículo que escribió años después en el New York Times.
¿Sostenible o sustentable? ¿Sustentable o sostenible?
En los años 80 apareció el concepto el Desarrollo Sustentable – sinónimo de Sostenibilidad – en el informe Brundtland de la ONU en el que se indica que la Sostenibilidad consiste en satisfacer las necesidades de la actual generación sin sacrificar la capacidad de las futuras.
Aunque sostenibilidad y sustentabilidad son sinónimos, en la práctica no se les atribuya el mismo significado; algo es sostenible cuando “cumple con procesos que ayudan a crear un entorno social mejor y más respetuoso con el planeta” y algo sustentable es aquello que “se mantiene por sí mismo, si se trata de forma adecuada”. Resumiendo, son palabras que, aunque reflejan la misma realidad, presentan una diferencia que nos sirve para limitar su marco de uso.
En los años 90 – coincidiendo con el debate sobre los efectos de la globalización en el desarrollo económico mundial – se hablaba de la RSC, pero aplicada al cumplimiento obligatorio de la legislación nacional vigente y especialmente de las normas internacionales en vigor en toda la cadena de valor 4. Tuvo su hito en la cumbre de Río (1992) o el famoso Protocolo de Kioto (1997) en materia medioambiental. El siguiente paso fue abordar la RSC en materia legislativa para atribuir responsabilidades a los Consejos de Administración.
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