Margarita Prat Rodrigo: “El auditor interno que no esté respaldado por su empresa debe cuestionarse la continuidad en su puesto”.
La vicepresidenta independiente de Bolsas y Mercados Españoles define los aspectos clave de la ética directamente relacionados con la profesión de auditoría interna Según Prat Rodrigo,“el 99% de los principios éticos se cumplen si uno quiere trabajar bien” |
19 septiembre de 2012.- “El auditor interno que no esté respaldado por su empresa debe cuestionarse la continuidad en su puesto”. Es una de las conclusiones de la ponencia sobre ética presentada por la Vicepresidente independiente de la Comisión de Auditoría de Bolsas y Mercados Españoles, Margarita Prat Rodrigo, en el Instituto de Auditores Internos de España.
Prat Rodrigo desgranó, ante un nutrido grupo de auditores internos de las principales empresas españolas, lo que, a su juicio, necesita plantearse este profesional cuando se le presenta un conflicto de intereses: “La auditoría interna no tiene una ética diferenciada, sus principios básicos han de ser los mismos que para cualquier otra profesión”. Pero, eso sí, en su opinión, deben actuar bajo estrictos principios morales: 1. Confidencialidad. 2. Veracidad 3. Fidelidad a lo prometido.
Para la vicepresidenta independiente, los dilemas del auditor interno no se resuelven con más normas pero, “no incurrir en conflictos éticos es fácil, siempre que el objeto de las empresas no sea tan solo maximizar el valor para el accionista”. Esta experta en ética empresarial aboga, eso sí, por la redacción de códigos de conducta en el seno de las organizaciones como una “traslación de los valores y comportamientos aceptables para sus profesionales”.
En general, según la autora de numerosos artículos y publicaciones sobre la ética en las organizaciones, el nivel ético de los profesionales de la auditoría interna en España es bueno: “Las empresas españolas aprueban en la calidad ética de sus auditores internos” y es que, asegura, “el 99% de los principios éticos se cumplen si uno quiere trabajar bien” .
Los problemas surgidos en la reciente crisis, sostiene Prat Rodrigo, no sólo han sido éticos sino “de supervisión”. En su opinión, no es deseable que el mismo organismo que regula sea el que juzgue.